sábado, 23 de enero de 2010

como siempre casi

Los fracasados acumulamos en nuestra mochila muchas decepciones. Decisiones erróneas, proyectos incompletos, tareas a medio hacer, objetivos incumplidos.
No siempre es nuestra culpa. Esa maldita educación judeocristiana que nos acogota nos hace perder la perspectiva. Nos educaron en el esfuerzo y en el premio por la paciencia y el trabajo. Si te esfuerzas, si trabajas, si estudias, si tienes talento,... al final la vida te recompensará.
Es mentira. No dependemos del esfuerzo, ni del talento, ni de nuestra capacidad de responsabilizarnos. De echo dependemos de cualquier cosa menos de eso. Dependemos de los demas, sobre todo de los poderosos. Dependemos de nuestros familiares y de nuestros amigos. Dependemos de la suerte y del destino. Quizá de alguna fuerza que desconocemos, oscura y caprichosa.
Yo, hoy, tengo uno de esos días malos y tengo claro que los demiurgos están en mi contra. Decida lo que decida, saldrá mal. Como la ley de Murphy pero con mantequilla en los dos lados. o mejor dicho, como darle una vuelta de tuerca a la famosa ley, no solo si algo puede salir mal saldrá mal, hasta lo que debe salir bien, saldrá mal.
Mi mochila en todo caso cada vez pesa más, y yo la arrastro cada vez más a duras penas. Esta espera es interminable. Van ya casi tres años de plaga tras plaga, y mi ánimo flaquea por momentos. Y yo con mi mediocridad no hago más que ponermelo más difícil. ¡qué pereza seguir adelante!. Como me va a costar querer a alguien sin quererme a mí primero.

lunes, 18 de enero de 2010

INVASIÓN SOLIDARIA

En estos días hemos comprobado de nuevo como la desgracia se ceba casi siempre con los más débiles. El terremoto de Haití es una gran desgracia sí, pero desde mi posición de fracasado sé, que a veces es necesario un terremoto, una gran desgracia, para provocar una catarsis, un renacer que enderece el rumbo de los que lo sufren. Los seres humanos nos unimos en la desgracia, nos olvidamos de nosotros mismos, de ese egoísmo que arrastramos creyéndolo lo mejor que tenemos, sin darnos cuenta que lo mejor que tenemos está fuera de nosotros, en las personas a las que queremos.

Pese al dolor que sin duda los miles de haitianos habían sufrido y tendrían durante mucho tiempo que sufrir, albergué la esperanza en el primer momento de que la ayuda internacional, tanto institucional como privada, que desde el primer momento se volcó en solventar el problema, supusiera para ese país una bocanada de aire fresco que les ayudara a recomenzar. Que se permitiera a los miles de voluntarios que ya estaban en el país y a los que iban de fuera, que trabajaran codo con codo con la población e intentaran crear un entramado organizado que se autogestionara y abasteciera en pequeños núcleos.

Para ello hubiera bastado que se permitiera y ayudara a los ciudadanos a organizarse, a autogestionar el caos, en un país sin un liderazgo claro y con estructuras sociales muy débiles este debía haber sido el primer objetivo. Pero como de costumbre el gran mazo de los intereses económicos y políticos de los poderosos es más importante que el sufrimiento de los débiles. En los primeros días la ayuda tardaba en llegar pese a que todos sabíamos que se estaban enviando alimentos y medicamentos así como otros materiales necesarios para paliar los problemas de primera necesidad. Pronto hemos podido entender el porqué de todo ese retraso. Los EE.UU no han tardado en aprovechar el desastre para, en su falso papel de policía del mundo y "bueno de la película", invadir de facto un país que ni siquiera tiene un gobierno que reclame sus derechos de autogestión de la crisis.

La milicia de EE.UU ha tomado el control del aeropuerto, haciéndose con el monopolio de la ayuda y de los suministros que entrega con cuentagotas, mientras una población desesperada lleva días sin recibir lo imprescindible y opta por el único recurso que le queda al débil, matar y pelear por su subsistencia. Se han enviado según los medios de propaganda institucional (léase telediarios y noticieros), 13.000 soldados estadounidenses. Y yo me preguntó, ¿no es esto una invasión en toda regla de un territorio?. Y lo que es aún más inmoral es que esto se hace aprovechando una situación de necesidad extrema y bajo la bandera de la solidaridad. Pero claro es necesario la fuerza militar para evitar los saqueos, unos saqueos conscientemente provocados para justificar precisamente eso, la invasión silenciosa, "pacífica" y "solidaria" del gran hermano USA, que necesita nuevos mercados que explotar.

Mientras tanto la UE como de costumbre se pierde en el entramado de su burocracia y permite a su "aliado americano" que colonice una tierra que lleva devastando los últimos 50 años, imponiendo regímenes dictatoriales por los medios habituales, convirtiendo a la primera colonia que alcanzó la independia colonial en una nación de esclavos depauperados. Tan solo Sarkozy ha levantado un poco la voz, más dolido por su propia pérdida de protagonismo personal en la resolución del conflicto que afecta a su excolonia, mientras nuestra querida Mª Teresa Fernández de la Vega se zambulle en el conflicto para hacerse fotos llorosas que poder mostrar en la próxima campaña electoral, y para estorbar y distraer a los que de verdad han ido allí para ayudar y trabajar por un país en ruinas no solo material, sino social y si no se hace algo para generar un estado de colaboración social y autoorganización, también pronto moral. Un país además invadido por una fuerza militar extranjera, que se hará con el control del mismo con el objetivo de siempre, maximizar sus beneficios.

domingo, 10 de enero de 2010

reflexiones políticas

Durante estos últimos meses, internet se ha convertido en uno de mis mejores amigos, con seguridad, el amigo con el que paso más tiempo. Hay varios blogs que sigo a diario, y en los que encuentro opiniones y diagnósticos sobre la situación, política, social y económica por la que atravesamos, que coinciden bastante con mis propias opiniones. "Ácratas, Voto en Blanco, Crisis económica 2010, diario de la República Constitucional"... Cansado también de la imagen sesgada y unilateral que reflejan los medios de comunicación de masas, prensa y televisión, he encontrado en internet la vía de acceder a noticias y a información al menos más variada y con visiones y enfoques más amplios que los oficiales.

En general, el diagnóstico que la mayoría ofrece sobre la situación coincide a grandes rasgos. El problema político en España no está tanto en una elección de las siglas correctas o del líder adecuado, sino que va más allá. El problema es sistémico. Fallan las propias normas que rigen el sistema, lo que hace que el mismo pierda su esencia democrática y se convierta en una burda dictadura de los partidos, una oligocracia que se retroalimenta y que ha creado una nueva clase, una oligarquía privilegiada que prostituye las instituciones y les hace perder su esencia y utilidad poniendo todos los resortes de poder en sus manos, "la casta política".

Sin embargo, si bien casi todos coincidimos en el diagnóstico, es en el tratamiento del enfermo en donde encuentro más vacios. Es como si la enfermedad que aqueja a España, y yo diría que en general a la mayoría de democracias occidentales, fuera una enfermedad incurable y solo quedara esperar a que el enfermo llegue al colapso. Casi todos auguran o una catastrofe, o consideran que la única solución es una catarsis cuasi milagrosa.

Siempre he considerado que lo más difícil en esta vida es construir. Crear de la nada algo que suponga una mejora es algo que hay que aplaudir y que ocurre con poca frecuencia. Pero en la situación en la que nos encontramos necesitamos personas creativas que estén dispuestas a arriesgar soluciones aunque a primera vista puedan parecer descabelladas. Desde dentro del sistema es difícil que esta solución llegue. En general echo de menos aportaciones en este sentido, que no se limiten a describir lo que ya todos somos capaces de ver, con más o menos perspicacia, sino que además incluyan al menos el esbozo de un camino a seguir alternativo.

Por mi parte solo estoy convencido de una cosa, la solución no vendrá sola, y no conseguiremos nada sin luchar duramente por ello. Ninguno de los avances logrados a lo largo de la historia se consiguió sin el empeño de muchos. Los ciudadanos tenemos que despertar y darnos cuenta que la solución depende sólo de nosotros, y que sólo es posible con nuestra implicación, movilización y lucha, una lucha pacífica pero implacable, en la que debemos olvidar nuestros intereses como individuos para anteponer nuestros intereses como sociedad. Entre otras cosas por que incluso de esta forma nuestros intereses como individuos tendrán muchas más probabilidades de encontrar satisfacción.

jueves, 7 de enero de 2010

Vivís de mi dinero :: Opinión :: Clases Medias :: Periodista Digital

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Lluvia

No para de llover. Parece como si la meteorología quisiera contradecir esos malos augurios que estos años atrás hemos ido acumulando sobre el calentamiento global. En todo caso calentamiento o enfriamiento o enhumedecimiento, lo cierto es que cada año el tiempo, el climatológico quiero decir, es más raro. Quizá también el otro tiempo, el que medimos con reloj, se me hace a mí cada vez más difícil de mensurar; parece como si los años se aceleraran o se ralentizaran según un ritmo oculto, que hace que los tiempos felices se vivan deprisa y pasen rápido a nuestro imaginario, mientras que los tiempos duros se instalan en nuestra realidad cotidiana, como inquilinos indeseables a los que es imposible desahuciar, alargando la agonía de la lucha diaria por recuperar la felicidad perdida.
Mientras llueve, sigo caminando por esta cuesta arriba interminable, con la esperanza de que en algún momento el terreno se suavice, que el esfuerzo al final no resulte vano y pueda llegar algún día a la cima de esta desgracia continua que es mi vida para comenzar así a bajar, que siempre es más cómodo, pero también más rápido.