lunes, 18 de enero de 2010

INVASIÓN SOLIDARIA

En estos días hemos comprobado de nuevo como la desgracia se ceba casi siempre con los más débiles. El terremoto de Haití es una gran desgracia sí, pero desde mi posición de fracasado sé, que a veces es necesario un terremoto, una gran desgracia, para provocar una catarsis, un renacer que enderece el rumbo de los que lo sufren. Los seres humanos nos unimos en la desgracia, nos olvidamos de nosotros mismos, de ese egoísmo que arrastramos creyéndolo lo mejor que tenemos, sin darnos cuenta que lo mejor que tenemos está fuera de nosotros, en las personas a las que queremos.

Pese al dolor que sin duda los miles de haitianos habían sufrido y tendrían durante mucho tiempo que sufrir, albergué la esperanza en el primer momento de que la ayuda internacional, tanto institucional como privada, que desde el primer momento se volcó en solventar el problema, supusiera para ese país una bocanada de aire fresco que les ayudara a recomenzar. Que se permitiera a los miles de voluntarios que ya estaban en el país y a los que iban de fuera, que trabajaran codo con codo con la población e intentaran crear un entramado organizado que se autogestionara y abasteciera en pequeños núcleos.

Para ello hubiera bastado que se permitiera y ayudara a los ciudadanos a organizarse, a autogestionar el caos, en un país sin un liderazgo claro y con estructuras sociales muy débiles este debía haber sido el primer objetivo. Pero como de costumbre el gran mazo de los intereses económicos y políticos de los poderosos es más importante que el sufrimiento de los débiles. En los primeros días la ayuda tardaba en llegar pese a que todos sabíamos que se estaban enviando alimentos y medicamentos así como otros materiales necesarios para paliar los problemas de primera necesidad. Pronto hemos podido entender el porqué de todo ese retraso. Los EE.UU no han tardado en aprovechar el desastre para, en su falso papel de policía del mundo y "bueno de la película", invadir de facto un país que ni siquiera tiene un gobierno que reclame sus derechos de autogestión de la crisis.

La milicia de EE.UU ha tomado el control del aeropuerto, haciéndose con el monopolio de la ayuda y de los suministros que entrega con cuentagotas, mientras una población desesperada lleva días sin recibir lo imprescindible y opta por el único recurso que le queda al débil, matar y pelear por su subsistencia. Se han enviado según los medios de propaganda institucional (léase telediarios y noticieros), 13.000 soldados estadounidenses. Y yo me preguntó, ¿no es esto una invasión en toda regla de un territorio?. Y lo que es aún más inmoral es que esto se hace aprovechando una situación de necesidad extrema y bajo la bandera de la solidaridad. Pero claro es necesario la fuerza militar para evitar los saqueos, unos saqueos conscientemente provocados para justificar precisamente eso, la invasión silenciosa, "pacífica" y "solidaria" del gran hermano USA, que necesita nuevos mercados que explotar.

Mientras tanto la UE como de costumbre se pierde en el entramado de su burocracia y permite a su "aliado americano" que colonice una tierra que lleva devastando los últimos 50 años, imponiendo regímenes dictatoriales por los medios habituales, convirtiendo a la primera colonia que alcanzó la independia colonial en una nación de esclavos depauperados. Tan solo Sarkozy ha levantado un poco la voz, más dolido por su propia pérdida de protagonismo personal en la resolución del conflicto que afecta a su excolonia, mientras nuestra querida Mª Teresa Fernández de la Vega se zambulle en el conflicto para hacerse fotos llorosas que poder mostrar en la próxima campaña electoral, y para estorbar y distraer a los que de verdad han ido allí para ayudar y trabajar por un país en ruinas no solo material, sino social y si no se hace algo para generar un estado de colaboración social y autoorganización, también pronto moral. Un país además invadido por una fuerza militar extranjera, que se hará con el control del mismo con el objetivo de siempre, maximizar sus beneficios.