domingo, 10 de enero de 2010

reflexiones políticas

Durante estos últimos meses, internet se ha convertido en uno de mis mejores amigos, con seguridad, el amigo con el que paso más tiempo. Hay varios blogs que sigo a diario, y en los que encuentro opiniones y diagnósticos sobre la situación, política, social y económica por la que atravesamos, que coinciden bastante con mis propias opiniones. "Ácratas, Voto en Blanco, Crisis económica 2010, diario de la República Constitucional"... Cansado también de la imagen sesgada y unilateral que reflejan los medios de comunicación de masas, prensa y televisión, he encontrado en internet la vía de acceder a noticias y a información al menos más variada y con visiones y enfoques más amplios que los oficiales.

En general, el diagnóstico que la mayoría ofrece sobre la situación coincide a grandes rasgos. El problema político en España no está tanto en una elección de las siglas correctas o del líder adecuado, sino que va más allá. El problema es sistémico. Fallan las propias normas que rigen el sistema, lo que hace que el mismo pierda su esencia democrática y se convierta en una burda dictadura de los partidos, una oligocracia que se retroalimenta y que ha creado una nueva clase, una oligarquía privilegiada que prostituye las instituciones y les hace perder su esencia y utilidad poniendo todos los resortes de poder en sus manos, "la casta política".

Sin embargo, si bien casi todos coincidimos en el diagnóstico, es en el tratamiento del enfermo en donde encuentro más vacios. Es como si la enfermedad que aqueja a España, y yo diría que en general a la mayoría de democracias occidentales, fuera una enfermedad incurable y solo quedara esperar a que el enfermo llegue al colapso. Casi todos auguran o una catastrofe, o consideran que la única solución es una catarsis cuasi milagrosa.

Siempre he considerado que lo más difícil en esta vida es construir. Crear de la nada algo que suponga una mejora es algo que hay que aplaudir y que ocurre con poca frecuencia. Pero en la situación en la que nos encontramos necesitamos personas creativas que estén dispuestas a arriesgar soluciones aunque a primera vista puedan parecer descabelladas. Desde dentro del sistema es difícil que esta solución llegue. En general echo de menos aportaciones en este sentido, que no se limiten a describir lo que ya todos somos capaces de ver, con más o menos perspicacia, sino que además incluyan al menos el esbozo de un camino a seguir alternativo.

Por mi parte solo estoy convencido de una cosa, la solución no vendrá sola, y no conseguiremos nada sin luchar duramente por ello. Ninguno de los avances logrados a lo largo de la historia se consiguió sin el empeño de muchos. Los ciudadanos tenemos que despertar y darnos cuenta que la solución depende sólo de nosotros, y que sólo es posible con nuestra implicación, movilización y lucha, una lucha pacífica pero implacable, en la que debemos olvidar nuestros intereses como individuos para anteponer nuestros intereses como sociedad. Entre otras cosas por que incluso de esta forma nuestros intereses como individuos tendrán muchas más probabilidades de encontrar satisfacción.